Eduardo Macpherson
Head of Investment Advisory
Banca Patrimonial
Comenzamos la segunda mitad del año con indicadores globales desalentadores: niveles altos (y persistentes) de
inflación, mercados de capitales a la baja con altos niveles de volatilidad, potencial crisis alimentaria,
precios de la energía en máximos, y, como si fuera poco, riesgo de recesión global. Podemos decir por lo tanto
que lo único constante que observamos de cara al segundo semestre es la incertidumbre. Por ello, a muchos
inversionistas les resulta complicado tener una visión clara sobre la potencial recuperación de los mercados
de valores y, por lo tanto, de su efecto sobre los portafolios de inversión globales.
Este contexto me lleva a analizar algunos factores importantes que considero les serán bastante útiles. El
primero de ellos es el comportamiento del consumo bajo un escenario de potencial recesión mundial. Como
sabemos, la Reserva Federal (FED) ha acelerado el ritmo de alzas en su tasa de referencia debido el elevado y
persistente nivel de inflación. En paralelo, la FED actualizó sus principales estimados económicos como PBI,
inflación y Tasa de Desempleo, a partir de los cuales sustentó la aceleración de una política monetaria
restrictiva para hacerle frente a una inflación que parece no ceder.
Esta política monetaria más agresiva desincentiva el consumo, frenando el endeudamiento y la inversión. Es
decir, la FED busca atacar la inflación desde la demanda, a pesar de que claramente (al menos por ahora) es un
problema de oferta (shock de oferta derivado de las restricciones en China y el enfrentamiento entre Rusia y
Ucrania). Por ello, esta restricción monetaria debe ser rápida, luego de lo cual la FED deberá empezar a
“soltar” las tasas frente a una inminente recesión económica. Este arte (“fine tunning”) resultará clave para
que la FED logre el ansiado “soft landing” de su economía en el 2023.
El segundo factor que me gustaría analizar es la confianza (inversionista, consumidor, empresariado). Al
respecto, se me viene a la mente una frase muy conocida en Wall Street: “mientras el toro (mercado al alza)
sube por las escaleras, el oso (mercado a la baja) se tira por la ventana”. Como es conocido, el mercado de
valores es gobernado por seres humanos, lo que lo hace “emocional”. La confianza se gana de a pocos pero se
pierde fácilmente, lo que ocasiona una montaña rusa constante en los mercados (“el mercado es 99% sentimental
y 1% racional”). Por ello, es importante aprender a leer este sentimentalismo para actuar siempre basado en
fundamentos y con una visión estratégica. Hay que aprender a leer los números correctos, y dejar de hacer
estrategias basadas en la evolución diaria de los mercados.
A nivel económico, la confianza del consumidor y del empresariado se encuentran en sus puntos mínimos,
inclusive por debajo de los niveles observados en la crisis sub prime (2008). Bajo este escenario, es bueno
plantearse una pregunta: ¿El actual contexto global nos podría llevar a una crisis similar (o más grande) que
la vivida en el año 2008? La respuesta a esta pregunta nos permitirá empezar a dirigir nuestra estrategia
correctamente. Es diferente un proceso recesivo (leve, mediano, alto) a una crisis financiera. Las estrategias
en ambos lados son diferentes. Pero también debemos tener claro que venimos de más de una década con abundante
liquidez y mercados al alza, lo cual tampoco es sostenible.
Ahora bien, centrémonos un poco más en la posible recesión en US para ir viendo potenciales escenarios. A
inicios de año el mercado daba una probabilidad de recesión del 10%, cifra que se incrementó a 25% (1T22) y
luego a 40% (julio-22). No obstante, repito, esto no necesariamente significa que US tendrá una recesión
fuerte o una crisis económica, es solo la lectura del contexto económico en diferentes momentos del año.
Lo interesante es que los inversionistas, en promedio, han recibido bien el tono más agresivo de la FED
(rebote de hasta 9% durante julio), la cual está priorizando en un primer momento el control de la inflación,
por más que ésta pueda significar una recesión posterior. Recuerden que los ciclos económicos suceden por
algo, no se puede estar siempre en crecimiento. Las recesiones son necesarias para el reacomodo económico.
Bajo este escenario, si queremos enfocarnos en los fundamentos para tomar decisiones estratégicas, es
importante buscar los denominados indicadores líderes, es decir, aquellos que se anticipan a los ciclos
económicos. Entre ellos, les recomiendo seguir la confianza del consumidor, las órdenes de inventarios, los
permisos de construcción, las solicitudes de seguro por desempleo, entre otros. Y analizarlos en conjunto con
indicadores como el PMI (producción industrial), las ventas minoristas la compra de viviendas y las horas
trabajadas.
Quiero enfatizar que el mercado suele reaccionar a los datos de manera importante (data dependiente), lo cual
muchas veces “ciega” al inversionista y no le permite enfocarse en su estrategia central. Por ello, es
importante tener un análisis de tendencia integral (no separado o “sentimental”) de cada variable e indicador
(consumo, empleo, precios relativos, vivienda) que nos permita tener mayor confianza (menor incertidumbre)
para actuar coherentemente.
Debemos tener claro que lo peor no necesariamente ha pasado. Lo único que sabemos es que la volatilidad se
mantendrá alta durante lo que resta del año. Conforme se tenga mayor claridad sobre el efecto de la FED en la
inflación y el potencial (y ansiado) soft landing, veremos mayor certidumbre y podrán tener una estrategia más
sólida. Por ahora, seamos cautos y no perdamos la brújula ante la volatilidad que vivimos. La inacción no
siempre es la mejor opción en momentos de alta volatilidad. Por ello, es importante asesorarse correctamente
para no perder las grandes oportunidades que generan los diferentes mercados financieros en contextos como el
actual.
Nota: El presente artículo, así como la opinión vertida en el mismo, son de exclusiva
responsabilidad del autor. En ese sentido, la opinión del autor puede no coincidir con la
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