Raúl Calle Benito, CFA
Estrategia de Inversiones – BanBif Selecta
Las inversiones alternativas privadas engloban
un amplio espectro de activos, que están fuera
de las clasificaciones de activos tradicionales
como acciones, bonos, real estate público y
cash. En el largo plazo, muestran una baja
correlación con respecto a las inversiones
tradicionales, asimismo su naturaleza privada
implica una baja liquidez relativa y periodos
obligatorios de inversión de varios años. El
universo de activos dentro del mercado
alternativo privado está evolucionando
constantemente, pero destacan activos como: real
estate privado, crédito privado, private equity,
entre otros.
Las últimas crisis en los mercados financieros,
como la burbuja puntocom en el 2000, la crisis
financiera en el 2008 y la pandemia en 2020 han
demostrado a los inversionistas las ventajas de
tener inversiones alternativas que ayuden a
diversificar un portafolio. Una de las lecciones
que nos han dejado las últimas crisis es que, en
momentos de alto estrés en el mercado, la
correlación de las inversiones tradicionales
aumenta, lo que limita el efecto diversificador
de un portafolio. Históricamente, en dichos
periodos las inversiones alternativas privadas
han mantenido mejor su valor y en algunos casos
generado retornos. Ello se debe a que la
relativa iliquidez de estas inversiones impide
que los inversionistas retiren su dinero, lo
cual le da un tiempo adecuado al administrador
del portafolio para reestructurar e implementar
estrategias. Ello no ocurre en mercados
públicos, donde la presión de los mercados es
inmediata.
Las inversiones alternativas han estado desde
siempre en el radar de los inversionistas.
Activos como el real estate privado han formado
parte de los portafolios de inversión desde hace
décadas, donde la estabilidad de sus retornos y
la baja volatilidad del activo, comparado al
real estate público (REITs), han sido
históricamente bien valorados por los
inversionistas, inclusive por los retail. Sin
embargo, el mercado alternativo como un todo ha
estado enfocado en los inversionistas más
sofisticados e institucionales. Ello ante los
altos montos mínimos de entrada, los largos
tiempos de espera para materializar la inversión
(con llamadas de capital graduales y espaciadas
en varios años) y la iliquidez de la inversión,
lo que ha dejado con pocas opciones a los
inversionistas retail.
Como una opción eficiente para abordar los
principales problemas de los productos
alternativos privados, han surgido los fondos
privados semilíquidos, los cuales apuntan a
ampliar significativamente la oferta de
inversiones alternativas disponible a los
inversionistas retail. Estos fondos, cuya oferta
por parte de las grandes casas de fondos viene
creciendo, diseña estructuras que permiten a los
inversionistas tener ventanas de entrada y
salidas con una periodicidad regular. Más allá
de la liquidez, estas estructuras también
permiten tener una exposición inmediata a los
mercados privados (sin los periodos de espera
característicos de los mismos), retorno en forma
de cupones, y eliminan la necesidad de llamadas
graduales de capital. Para lograr ello,
normalmente los fondos semilíquidos mantienen
una parte de la inversión total en activos
líquidos, como por ejemplo cash o bonos del
tesoro, lo cual permite cumplir con las
necesidades de liquidez sin desinvertir el
activo principal. Por el lado negativo, la
estrategia de brindar liquidez reduce el retorno
del activo final, ya que una menor proporción
está invertida en el activo alternativo. Además,
proveer liquidez periódica, implica la
valorización teórica del activo subyacente en
cada periodo, lo que potencialmente puede
aumentar la volatilidad de este, comparada con
la inversión privada. Por ello, es necesario
tener presente los objetivos de inversión, para
buscar los fondos con el mejor balance entre
liquidez, riesgo y retorno para cada
inversionista.
Podemos concluir que los eventos cíclicos de la
economía, como las crisis financieras, las bajas
tasas durante la década pasada y las
perspectivas de menores rendimientos de los
activos tradicionales al largo plazo, vienen
dejando en desuso el enfoque 60/40 para
portafolios de inversiones. Este enfoque clásico
proponía una estrategia de inversión basada solo
en acciones y bonos. Contrario a ello, con la
mayor oferta de fondos alternativos (a través de
estructuras semilíquidas), la tendencia actual
es una estrategia 50/30/20 entre acciones, bonos
e inversiones alternativas respectivamente. Este
nuevo enfoque apunta a una mayor diversificación
que permita un mejor balance entre rentabilidad,
riesgo y liquidez.
Nota: El presente artículo, así como la
opinión vertida en el mismo, son de exclusiva
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